Por Álvaro Acevedo.-
Hay en la voz de José María Manzanares un tono de serenidad. Ha hecho lo que tenía que hacer, operarse de la hernia que lo tenía a mal traer, pero después de haber cumplido la misión que parece haberle encomendado el destino año tras año: triunfar a lo grande en Sevilla. El paso de la ya figura alicantina por el Baratillo fue de torero caro, como siempre, pero también supuso la constatación de un crecimiento, por lo visto, sin techo. Habla el torero de la Maestranza.