Cartel de ‘no hay billetes’, magnífico ambiente en Mont de Marsan y un José María Manzanares que llegó con actitud, disposición y hambre de toreo caro.
Al primero lo recibió con gran gusto a la verónica aunque el de Juan Pedro Domecq acometió con brusquedad y soltando la cara. El animal jamás se entregó, sin descolgar desde los inicios de faena. El alicantino lo llevó muy tapado y cosido a la muleta, corrigiendo ese defecto y puliendo las acometidas. Le bajó la mano por el pitón derecho por donde hubo pasajes de toreo de calidad. Por el pitón izquierdo, el animal jamás vio muleta, echando el freno a mitad del muletazo. El de Juan Pedro acabó soseando a pesar de los cuidados de Manzanares. A la hora de entrar a matar le puso los pitones en el pecho. El espadazo al segundo intento fue fulminante y recibió una gran ovación.
El quinto toro vino a confirmar que el alicantino se topó con el peor lote del envío. Manzanares ordenó a sus hombres de a caballo que mimaran al toro para que le durara en la muleta, pero poco se empleó después el animal. Embistió a trompicones y le costaba terminar el recorrido que con mano suave le marcó el torero por ambos pitones. En el final de faena arriesgó entre los pitones. El animal ya llegó completamente desfondado a la suerte suprema y, a pesar de que no ayudó, recibió una estocada de libro en segunda instancia. Manzanares, muy por encima de un lote adverso, recibió de nuevo una gran ovación que premiaba su enorme actitud y disposición. Con los palos se desmonteraron Curro Javier y Luis Blázquez.