José María Manzanares comenzó en Arles en uno de esos fines de semana que son taurinos por excelencia. La tarde del sábado hacía el pasillo en tierras francesas mientras qir al día siguiente tenía una cita con el público sevillano en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
 
Lleno y gran ambiente en Arles, aunque la suerte no estuvo del lado del diestro español.
 
Al primero lo recibió con temple a pesar de la brusquedad del animal de García Jiménez. Suaves sus lances con la capa.
 
Muleta en mano tiró de galones y vimos a un torero firme, dominante y vertical. Tuvo que lidiar no sólo con el animal que fue el más áspero del envío si no con el viento que también molestó por momentos.
 
El diestro lo fijó en la muleta y pudo con él a base de clase y empaque. Los remates de pecho con ambas manos llegaron al tendido. Dejó una estocada entera al volapié que fue fulminante. 
 
Con el quinto también se impuso la calidad de Manzanares frente a la falta de fuerza y raza del que nunca fue su aliado. Lo cuidó en el capote, se estiró dejando un par de lances a la verónica y una media de perfecta y añeja ejecución. Ahí se dio cuenta que iba a tener que trabajar duro para mantenerlo en pie. Y lo consiguió a base de torearlo a media altura. Empaque y profundidad en su derecha, y temple y talones asentados hasta el final de los muletazos cuando se echó la muleta a la izquierda. De nuevo cobró una buena estocada y el público agradeció su esfuerzo y disposición.