Se volvió a colgar el cartel de ‘No hay billetes’ para ver a un José María Manzanares pleno, quizás en el mejor momento de su carrera, y Francia es fiel testigo de ello. Desde el pasado mes de septiembre ha actuado en seis ocasiones en cosos galos, y en todos ha salido en volandas como gran triunfador. Y Dax, no ha sido una excepción.
La primera oreja de la mañana cayó en manos de José María Manzanares. Y no cayó por arte de magia, no. Cayó porque el diestro de Alicante se encuentra en el mejor momento de su carrera. Cayó porque todos los toros le sirven para tocar pelo.
A su primero lo recibió en el tercio intentado fijarlo con los vuelos del capote. El animal presentó complicaciones desde el inicio y esperó en banderillas. Ya con la muleta, Manzanares brilló especialmente con un toreo templado, encajándose y llevando al de Garcigrande siempre tapado con la franela, único modo en el que el animal repetía y aquello podría cobrar ritmo y armonía. Por el lado izquierdo, el toro era más aburrido y le costaba repetir, a pesar de que el alicantino le dio los tiempos necesarios para que tomase aire.
La locura llegó con el quinto, un toro que no paró de puntear en los primeros compases de la lidia. Manzanares consiguió llevarlo a base de plantear una lidia correcta y efectiva. Lo terminó dominando y se lució, y ¡de qué manera! Las dos primeras series con la derecha fueron fundamentales. A base de técnica limó los defectos del astado y esculpió un animal que a pesar de sus carencias por el pitón izquierdo –más complicado y reservón- sirvió al de Alicante para realizar una obra de menos a más. Series completas, bien rematadas y siempre limpias. Espectaculares fueron un circular que se convirtió en dos, un cambio de mano y dos pases de pecho. Ya hervía la olla, Manzanares cargó el cañón, citó, esperó al de Garcigrande y enterró la espada. Aquello explosionó y la plaza entera se puso en pie. 2 orejas y sexta puerta grande consecutiva en Francia.