Manzanares tuvo la habilidad de cambiar la moneda. Una bronca monumental se armó cuando salió el tercero, protestado fuertemente por su terciada presentación. Pero cuando el alicantino desplegó la muleta y comenzó su sinfonía de buen toreo, las lanzas se tornaron cañas y los pitos olés. Toreó Manmzanares muy seguro, con delicadeza y compás en derechazos de buen porte. Con la izquierda, algún natural suelto pero se acopló menos. Atacó más al final y llevó al toro largo, que tenía transmisión en su embestida. Faena de figura, de torero en plenitud. Claridad de ideas y capacidad para solventar. Pinchó al primer intento en la suerte de recibir pero consiguió hundir el estoque al segundo intento después de que el toro tardeara en arrancarse, logrando levantar al público de sus asientos. OREJA TRAS AVISO.

Manzanares estuvo muy por encima de un toro manejable aunque rajadito y venido a menos. El torero le imprimió gusto y empaque a todo lo que hizo y la faena se vivió con expectación por parte de un público entregado al arte de Manzanares. El final de su obra fue rica en remates que tuvieron torería. Con el toro muy rajado y pegado a tablas, Manzanares volvió a entrar a matar en la suerte de recibir dejando una buena estocada que tuvo efecto rápido, levantando al público de sus asientos al igual que con su primero. OREJA TRAS AVISO.