El primero fue una alimaña de Cortés, un burraco que salió con mucho genio quedándose corto y punteando en el capote de Manzanares. Lo sometió ganándole terreno y ahí empezó una batalla en la que el de Alicante sacó a relucir su enorme capacidad. Presentó complicaciones el animal en banderillas, cortando por el lado derecho pero la cuadrilla, que estuvo toda la tarde a gran nivel, resolvió con eficacia.
Faena de mucho poder en su mano derecha ante una embestida desclasada, brusca e informal. Siempre quiso el burel echar mano al torero. No paró de intentar sorprender a un diestro que derrochó poder sin perder su innata elegancia. La Maestranza se puso en pie hasta en dos ocasiones al término de un par de series de sometimiento con la derecha. La estocada fue perfecta y fulminante. Oreja de mucho peso.
Entre los pitones del tercero se metió Manzanares en una vibrante y meritoria faena. El del Victoriano del Río no abandonó su brusquedad y falta de clase pero aprovechó el torero su movilidad. Tuvo que poner toda la salsa el alicantino. Le bajó la mano en series por el lado derecho y llegó el toreo templado, suave y de calidad. Tandas limpias gracias a las prodigiosas manos de Manzanares que firmó dos trincherazos con rebosante torería y buen gusto. Como lo fue también el trasteo final. El volapié que acabó con el toro fue de libro y La Maestranza quiso que ‘su príncipe’ abriera la puerta grande. Pidieron las dos orejas con mucha fuerza pero, en esta ocasión, la presidencia no consideró oportuno conceder la segunda. A excepcional nivel la cuadrilla que protagonizó un emocionante tercio de banderillas. Se desmonteraron Curro Javier y Luis Blazquez.
Enorme poder y dimensión.