«Estoy regular, pero quería salir al menos. No quería dejarle el toro a Juan». Eran las declaraciones de José María Manzanares que mejor definían lo que sucedió en la tercera tarde que el diestro alicantino estaba anunciado en Sevilla.
Manzanares tiró de responsabilidad, compromiso y amor propio para salir de la enfermería deshidratado y con fiebre para matar su segundo toro.
Ya llegó al Coso del Baratillo visiblemente mermado de facultades y el primer toro que le esperaba en chiqueros, aunque humilló y tenía tranco, no fue fácil. Quizás lo mejor fue el recibimiento capotero, templado, conduciendo la embestida de Alambrisco II que de inicio acometía sin claridad. Derribó el animal al caballo que montaba José Antonio Barroso.
En la faena de muleta, ya se apreciaba el enorme esfuerzo del alicantino para continuar en el ruedo. Planteó faena en los medios y citó desde la distancia para ligar dos muy buenas series con la mano derecha. Necesitó toques el animal para engancharlo y llevarlo cosido hasta el final, tirando de la embestida. El de El Pilar fue desarrollando brusquedad con el transcurrir de la faena. Nada más enterrar la espada al segundo intento, el alicantino pasó por la enfermería con el rostro pálido y visiblemente mareado.
El compromiso por ‘su plaza’ hizo que a pesar de sus problemas físicos, saliera a matar su segundo toro. Se corrió turno en un intento porque el de Alicante se recuperara. Y, aunque no lo hizo, sacó fuerzas de flaqueza para firmar un recibimiento a la verónica abrochado con una bella media con el compás abierto. Elegancia y calidad capotera durante toda la tarde. A pesar de que ya importaba más el estado de salud del torero que la propia faena, la bendita mano derecha de Manzanares salió a relucir en dos tandas de muy agradecida plasticidad y empaque. Compuesta la figura perfectamente, toreando despacio y con limpieza.
El animal se fue apagando y el toreo al natural se antojó imposible y de escasa transmisión. Manzanares se fue a por la espada y acabó con el toro de una sublime estocada al segundo intento.
Enorme y admirable esfuerzo de Manzanares en Sevilla.