Llenazo en Nimes y fenomenal ambiente acompañaron en un festejo marcado por el viento. Tuvo que saludar José María Manzanares una calurosa ovación tras el paseíllo.

La faena de la tarde llevó sello manzanarista. Actuación de altos vuelos al quinto desde el inicio con el capote. Variado saludo a pies juntos a la verónica combinado con vistosas tafalleras. A los medios se fue el alicantino para platear faena al quinto. Exquisitez y suavidad en la mano derecha primero y al natural después. Muy despacio se sucedían los muletazos hondos de impecable trazo que conformaron series de ligazón y preciosa estética. Manzanares aprovechó el recorrido del de Cuvillo y combatió al viento con el temple de su muleta, relajado y gustándose. Los cambios de mano pararon el reloj y los de pecho levantaron al público de sus asientos. Importantísima faena del alicantino que lo intentó en la suerte de recibir pero falló en esta ocasión. Clamorosa vuelta al ruedo.

Con el segundo dejó también su impronta capotera. El de Alicante manejó con facilidad y gusto el capote, encajándose. En varas, el de Cuvillo derribó al caballo que montaba José Antonio Barroso.

Muleta en mano, toreo templado y de mucho empaque ante un animal al que le faltó transmisión. Por el derecho tiró de él el alicantino, lo mimó mientras el viento seguía haciendo de las suyas. Aún así, hubo reunión y armonía con la mano izquierda. Las series finales gozaron de gran plasticidad. Saludó una calurosa ovación después de un espadazo al segundo intento que le privó de un mayor premio.