Con el cartel de ‘no hay billetes’ y una expectación máxima, José María Manzanares hizo el paseíllo de impoluto grana y oro en Sevilla. Toros de Garcigrande.

El serio castaño que salió de chiqueros en segundo lugar fue un animal que no mostró celo de salida y que le faltó fuerza y raza aunque se movió en los inicios. Se fue manseando al caballo que guardaba la puerta para después salir rebotado a derribar a Chocolate. La réplica de Manzanares por ajustadas chicuelinas al quite de Talavante, levantó al público de sus asientos.

Con acertado criterio, Manzanares dio sitio y aire al toro, e intentó por todos los medios que el de Garcigrande no se rajara. Comenzó toreando sin someterlo demasiado, siempre a favor del animal. A medida que fue haciéndolo, consiguió firmar dos tandas de mucha enjundia con la mano izquierda, y de forma excepcional quedó dibujado un cambio de mano marca de la casa, eterno, completamente encajado. La estocada fue de libro y de no haberse rajado, el reconocimiento a la faena habría sido mayor.

En banderillas, saludaron Rafa Rosa y Luis Blázquez. Genial brega de Suso.

El que hizo quinto tampoco fue un animal idóneo para el triunfo. Más bien todo lo contrario. Si bien salió moviéndose sin demasiada raza y empujó sin clase al caballo de Barroso -que estuvo a un sensacional nivel- después de que Manzanares le ganara la pelea con su dominante mano derecha se rajó. Nulas opciones para el alicantino que, sin embargo, protagonizó por momentos una faena de vuelo por ambos pitones, incluso cuando molestó algo el viento. Mató al primer intento pero de nuevo, el triunfo se quedó lejos por la falta de posibilidades del astado.