Gijón (España). Por su entipada conformación, sus modélicas hechuras y su pareja anatomía era impensable que el encierro de Zalduendo fallase, pero esta vez las hechuras no fueron el espejo del alma y al envío de Fernando Domecq le faltó raza y clase. El sexteto de ejemplares lastró el tercer festejo de feria, un espectáculo sin más notas relevantes que el exquisito dibujo algunos lances y varios muletazos de Uceda al primero -la única lidia con cierto interés que tuvo la tarde- además del esfuerzo tanto del madrileño como de Manzanares y Talavante, aún saliéndose de su concepto, por sacar agua de una fuente marchita.
El castaño segundo tuvo movilidad y voluntad de embestir pero acometió con cierta descordinación y en su ímpetu por tomar el engaño perdía las manos de modo continuado. Por este motivo, la faena de Manzanares, pese a su empeño, nunca pudo adquirir entidad. Salió impetuoso el alicantino al recibir al quinto, al que saludó con una larga de rodillas en el tercio y vibrantes verónicas. Fue éste otro toro deslucido y remiso embestir con el que hizo un esfuerzo Manzanares, pausado, sin atacar nunca al animal, aguantando titubeos a mitad del embroque, trató de convencerlo de que empujase para delante. El público demandó una oreja para premiar su sacrificio pero el presidente no atendió la demanda.
Por José Miguel Arruego
Se llevó a cabo el tercer festejo de la Feria de Begoña de Gijón, en la que el se lidio un encierro de Zalduendo que le faltó fondo y raza y que poco le permitió hacer a la terna que estuvo por encima de sus oponentes, destaco la torería de un inspirado Uceda Leal, la clase y elegancia de Manzanares con el quinto de la tarde al que estuvo apunto de cortarle una oreja que el palco no concedió después de la petición del respetable y el oficio y poder de Alejandro Talavante que se impuso con valor a los dos toros que le correspondieron en su lote. Las tres espadas fueron ovacionados.
El primer ejemplar que correspondió a Manzanares, fue un toro deslucido y sin trasmisión al que saludó el alicantino con capotazos suaves. El toro recibió un puyazo trasero y ya con la muleta el de Zalduendo llegó con las fuerzas por lo que Manzanares optó por abreviar, al final mató de una estocada contraria al volapié y fue aplaudido. Manzanares quería el triunfo y recibió al quinto con una larga cambiada de rodillas en el tercio seguida de vibrantes verónicas rematadas con revolera. Desafortunadamente se apagó pronto la intensidad del toro después de empujar en el caballo, ya con la muleta el alicantino a base de oficio se impuso a su oponente para conseguir que transmitiera para realizar una faena basada por el derecho, lado por donde llegaron los momentos más brillantes, al final una estocada un tanto desprendida al volapié y ovación con petición de oreja y pitos al palco por no conceder el trofeo.
Por Emilio Méndez
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