Menos claridad exhibió en el capote el Davidoso que hizo segundo, una prenda que Manzanares dejo cruda y luego quiso subírsele a la chepa. Firme el alicantino con un toro reponedor y de corto recorrido que le tiraba una tarascada al final del muletazo y que se defendía más que embestir. Terminó tocándole las orejas el torero por su falta de casta, de clase y de calidad. Lo reventó de un espadazo, como es costumbre, pero tardó en caer, y escuchó ovación con saludos.
Codicioso y humillador fue el quinto en el gran saludo a la verónica de Manzanares. Áspero, violento e incierto se mostró en la muleta de un Manzanares que lo templó y lo consintió tanto al principio como lo apretó después, en tandas de naturales por abajo, de muleta puesta y ligazón, sin darle tiempo a pensar por su tendencia a rajarse. Pero aún así terminó el animal en la puerta de chiqueros, donde le aprovechó Manzanares las últimas embestidas antes de pasaportarlo de excepcional estocada y pasear una oreja.