El temple y la clase de José María Manzanares calan en la afición francesa.

José María Manzanares recibió al segundo de la tarde a la verónica acusando desde el primer momento la falta de fuerza. Tras el tercio de varas y banderillas, el torero de Alicante comenzó la faena a su favor para intentar afianzar al animal. Muy torero, anduvo por la plaza dando tiempo al toro y citándolo de largo logró una primera tanda con la derecha que caló en el respetable. Lo toreó muy despacio por el pitón izquierdo, pero tras esa tanda Manzanares tuvo que poner fin a su labor con una soberbia estocada. 

La apuesta de José María Manzanares fue hacer todo a su favor desde el primer momento. Le dio sitio y tiempo tras sacarlo a los medios donde comenzó una faena que fue a más. Templó las embestidas irregulares del toro en redondo para pasar a dibujar bellos naturales a cámara lenta. Si bien fue el toreo clásico y maduro lo que cuajó la faena no faltaron detalles diferentes pero llenos de torería y clase como un pase por la espalda que hizo rugir un profundo olé en el anfiteatro de Nimes. Todo se diluyó tras errar con la espada.