El torero, José María Manzanares, posa en exclusiva para la revista Vanity Fair y habla de sus sueños,
miedos, la paternidad, su relación con su padre y la vida en pareja.
“Dicen que soy un matador moderno porque tengo página web, cuenta en Twitter y perfil en Facebook. Pero la emoción de ponerse delante de un toro no ha cambiado, sigue siendo real, sin trampa ni cartón”, afirma José María Manzanares (Alicante, 1982), uno de los diestros que más éxito ha tenido en las últimas temporadas.
“El torero suele ser un solitario. Cuando dejas de dedicarle tiempo a tu mundo interior y te ocupas más de la vida social, pierdes esa magia interna”. También se indigna cuando habla de la prohibición de los toros en Cataluña. “Una vergüenza utilizar el toreo como arma política. ¡El toreo es apolítico! Estar a favor o en contra da más o menos votos, es patético”.
Manzanares, hijo y nieto de toreros, cuenta lo duro que le resultó tomar la decisión de hacerse él mismo matador a los 19 años. “Yo no me decidía a ser torero por respeto a mi padre. Me gustaban los animales y pensé que podía ser veterinario, incluso me matriculé en la universidad. Pero me sentía vacío, algo faltaba en mi vida. Me daba miedo decírselo a mi padre. Yo había visto lo difícil que era y no quería que él se lo tomara como un capricho mío. Me costó dos años de darle vueltas”. El consejo que le dio su padre fue: “Gallo de noche y gallo de día, si tienes tiempo para disfrutar, también debes tenerlo para tus obligaciones”.