Emotivo homenaje a Curro Romero en Campo Pequeño, Lisboa, donde hace 60 años protagonizó una faena para la historia. 

Con lleno en los tendidos, José María Manzanares toreó con mucho gusto y clase a su primer toro, un animal de Paulo Caetano que se quedó parado y al que le costó mucho empujar en los vuelos del alicantino. De capa, primero lo paró con el compás abierto para rematar con una media de mucha enjundia. Después lo meció por delantales, como si de una danza se tratase. Parsimoniosa y bella. El animal poco a poco se fue parando. Manzanares se le puso la muleta con inteligencia, midiendo bien las distancias y dejó momentos de belleza por ambos pitones. También los de pecho fueron profundos y de calidad, concluyendo en la hombrera contraria.
 
Con el sexto poco pudo hacer. Con menos raza aún y sin clase alguna. Manzanares lo intentó pero no logró éxito alguno. Sí consiguió dejar su sello en un quite por chicuelinas firmado con una media de rodillas al sobrero que lidió Morante de la Puebla en último lugar.