José María Manzanares abrió su cuarta puerta grande consecutiva. En esta ocasión fue en Segovia, después de desorejar a un toro de Núñez de Tarifa en una labor de empaque, calidad y profundidad. El animal que salió en quinto lugar, de más clase que su compañero de lote pero sin ser un gran toro, siguió los vuelos de los trastos del alicantino con clase. Primero Manzanares dejó un recibimiento capotero a la verónica rematado con una media en el que se gustó. Después potenció las virtudes de la embestida y ocultó defectos en la faena de muleta. Labor que llegó al tendido gracias su toreo templado y de calidad, y que el de Alicante concluyó con un volapié efectivo. Dos orejas.

 
Su primer toro no tuvo ni clase ni raza. El diestro lo intentó por todos los medios por ambos pitones sin demasiada suerte. El empaque, la plasticidad  y la elegancia del torero se impusieron en naturales templados, sólo deslucidos por el toro que tenía delante. El espadazo una vez corroboró que el de Alicante es el mejor y más efectivo matador de la época.