Volvían los toros a Palma tras la prohibición a la vez que se conmemoraba el 90 aniversario del Coliseo Balear.
Manzanares recibió por verónicas al cuarto de la tarde para rematar con una revolera que desbordó torería. Una vez con la franela, JMM se dobló con el animal para ofrecerle recorrido. El toro exigía y el alicantino logró templar las embestidas por el pitón derecho, mientras que por el izquierdo no presentó ninguna opción. Volvió sobre la derecha y trabajó una faena con muletazos acompasados y acompañados de profundos pases de pecho. En el final de faena, JMM deleitó con ceñidos molinetes para culminar con una gran estocada que le valió una oreja.
El último toro acusó falta de fuerza desde los primeros lances, lo que no permitió que JMM se luciera con el capote. Con la muleta en la derecha, el toreo en redondo derrochó temple y clase, y con la izquierda cuajó naturales de ensueño que no tenían fin. Profundos y largos que terminaban con pases de pecho llenos de empaque. A pesar de la petición de oreja, el presidente lo desestimó y Manzanares saludó una fortísima ovación.