Entrevista concedida para Mundotoro México, por Juan Antonio de Labra.-
Casi al filo de la medianoche del jueves, José Mari Manzanares llega a la habitación del hotel de Juriquilla donde se hospeda, después de «hacer un par de toros», faenas de salón bajo la luz artificial, no obstante que hoy por la mañana ha ido a tentar unas becerras a la casa de doña Laura de Villasante.

-¿No te cansas, José Mari?

-Bueno, un poco. Pero me gusta mucho torear de salón, sentirme bien preparado, y creo que es la clave para que el cuerpo le permita a la mente del torero entrar en sintonía.

-Vamos por partes. Explícame eso de la sintonía…

-Sí. Es muy fácil. Si los movimientos de tu cuerpo a la hora de ensayar el toreo de salón son naturales, suaves, rítmicos, los más lógico es que cuando sales a la plaza y estás delante del toro a tu mente le sea más sencillo conseguir la concentración y torear relajado.

-¿Cómo has llegado a estas interesante conclusión?

-A base de sentirme y analizar lo que hago delante del toro. La verdadera evolución de mi toreo en esta etapa de mi vida se traduce en una mayor naturalidad. Antes me veía crispado porque quizá los nervios de estar mal, la tensión de no entender las condiciones del toro o el hecho de tener que arrimarme a costa de lo que fuera para ganar credibilidad me hacían verme un tanto agarrotado.

-Y ahora estás buscando esta pasmosa naturalidad que siempre tuvo tu padre, más aún hacia el final de su carrera…

-Efectivamente.

-Siempre he creído en la fuerza de la genética, y que el estilo de los toreros llega a ser hereditario de padres a hijos. Además de esta naturalidad en la que trabajas con enfoque, ¿qué otro aspecto técnico te motiva hoy día?

-Tratar de hacer las cosas con mucha suavidad; que cada movimiento tenga armonía, y que a la vez te fundas con el toro para encontrar más profundidad a la hora de dar un muletazo.

-¿Crees que el comportamiento del toro mexicano contribuye a potenciar estas virtudes en un torero de tu corte artístico?

-Yo considero que sí, porque aquí el toro embiste más despacio y te permite ensayar el pulso. Hoy lo he sentido en Carranco, donde una de las becerras me pidió un gran mimo en los toques; una gran soltura en los vuelos; un desmayo cadencioso en los remates…

-Estoy convencido de que tu padre era un torero que pudo haber encajado de manera formidable en México si hubiese hecho temporadas más largas aquí…

-Quizá sí, porque su concepto del toreo encaja en el sentimiento que tiene el público aquí para sentir el toreo bueno.

-¿Has pensado tú, en algún momento dado, planificar una temporada más extensa?

-La verdad es que me gustaría mucho hacerlo. Hasta ahora sólo he toreado en México, Monterrey, Texcoco y Guadalajara. Son realmente muy pocas corridas, creo que no llegan a diez, pero sería cuestión ha que se dieran las condiciones para ello.

-Hablemos del compromiso del domingo. ¿Cómo fue que elegiste la corrida de Julio Delgado?

-Esas son decisiones de mi apoderado. La empresa le ofreció esta corrida y tenemos confianza en que pueda embestir y de una manera en que me permita mostrarme. Me gustaría cuajar un toro en La México a placer, con la madurez que tengo ahora.

-¿Qué versión de Manzanares podrá ver el público el próximo domingo?

-La versión más mejorada. Estoy muy ilusionado con torear aquí. Siento que tengo la capacidad para ganarme el cariño de la afición. No dejo de pensar en ello. Faltan menos días para la corrida y estoy deseando que llegue la fecha, tal vez porque ahora mi mentalidad es la de salir a disfrutar el toreo y dejar huella.