No se puede torear más templado ni con más calidad. José María Manzanares bordó el toreo mostrando su mejor versión ante un toro de Victoriano del Rio en la Corrida de Beneficencia en Madrid, ante la atenta mirada de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos, y con el cartel de ‘no hay localidades’.
El público sacó en hombros al torero después de que este firmara una faena apoteósica de principio a fin al quinto de la tarde, tras la cual hubo una fuerte petición de rabo. Si espléndido estuvo en el recibimiento capotero a la verónica y en el ajustado quite por chicuelinas de bajísima mano, lento, templado y con calidad manejó la muleta con ambas manos. Enloqueció y rugió la plaza con el toreo al natural. No se puede torear de mejor manera. Paró los relojes, se enroscó al toro rematando detrás de la cadera y llevándolo larguísimo. Ya en la serie inicial se podría aventurar las gran faena de Manzanares, con un toreo añejo de pases por bajo y trincherazos de añejo gusto.
Después trazó por ambos pitones los muletazos más bellos de la feria. Toreó con un gusto monumental que está al alcance sólo de los elegidos. Mató recibiendo de una efectiva y gran estocada, cortando dos orejas con fuerte petición de rabo.
Con el segundo estuvo dispuesto pero el animal no fue bueno, no transmitía y tenía peligro. El diestro lo intentó por ambos pitones pero sólo consiguió que soltara la cara con brusquedad a la salida de los muletazos. Mal fondo de este otro victoriano. Lo mató de una estocada entera.