José María Manzanares lo volvió hacer. Volvió a desplegar su toreo, esta vez en la Feria de Gijón. Entendió a la perfección al jabonero segundo, del que aprovechó todas sus embestidas. Lo recibió a la verónica con el capote, primero a pies juntos, para posteriormente abrir el compás y dibujar dos lances de gran empaque y buen gusto, y una larga como remate, de cartel.
Ya con la muleta, el alicantino era consciente de que pronte se quedaría sin toro, por la falta de fondo del de Cuvillo. Con la mano derecha firmó tres series de mucha enjundia y largos y lentos pases de pecho. Por el lado izquierdo, al astado le costó más embestir. Aún así, hubo naturales que rayaron a gran altura. Con la espada intentó concienzudamente ejecutar la suerte de recibir, pero el toro no acudió. Finalmente lo pasaportó de una estocada entera al volapié que sirvió para cortar la primera oreja de la tarde.
En el tercio de banderillas, se desmonteraron Curro Javier y Luis Blázquez tras dejaz tres pares impecables.
El cinqueño quinto salió avanto. No se acercó a las tablas, ni si quiera rebasó las rayas de picar. Manzanares se fue a los medios a por él, protagonizando un momento de mucho peligro por la embestida zigzagueante del animal. Le endosó un ramillete de verónicas y una revolera, andarle hacia atrás para fijarlo en los vuelos del capote. En banderillas siguió embistiendo sin claridad, hasta que con la muleta, el alicantino fue limando y templando las desconcertantes acometidas. Y llegó el toreo de José María Manzanares, especialmente por el pitón derecho. A pesar de que el astado fue bruto por ese lado, el de Alicante no se dejó tocar la muleta y tapó los derrotes y el punteo del animal. Por el pitón izquierdo, fue menos brusco pero le faltó repetición. No obstante, llegaron naturales de mucha profundidad y ajuste. Tras cobrar una espectacular estocada al segundo intentó, cayó oreja que abría la puerta grande de Gijón.