Con la muleta como con el capote, demostró el alicantino porque es el ‘príncipe’ de Sevilla. A su primer toro, un animal bien hecho de Núñez del Cuvillo, lo recibió con el capote en el tercio y remató con una larga de lentísima ejecución. Acarició su embestida y ahí comenzó todo.  Quitó posteriormente por chicuelinas y una media muy aclamadas entre el respetable. Brindó al equipo médico de La Maestranza. Ya con la muleta en la mano, el alicantino cuajó al animal especialmente por el lado derecho. Por allí mostró su mejor versión. Trazos de absoluta profundidad, al ralentí. Hubo un cambio de mano con el que público se levantó de sus asientos. La música comenzó a sonar y surgieron las tandas de calidad tanto con la mano derecha como por naturales, faena de altos vuelos al compás de la música.  Consiguió Manzanares, con una perfecta administración de los tiempos y el espacio, que el animal durara hasta el final. Faena de menos a más del alicantino que de haber acertado con la espada, hubiera obtenido un triunfo mayor. Gran ovación de La Maestranza.

El castaño que hizo quinto no tuvo las mismas virtudes que su compañero de lote. Mostró de salida menos clase y ya en banderillas planteó algunas complicaciones, además de un aparente problema de movilidad en una de las patas. Tiró el alicantino de raza torera y planteó una faena que alcanzó gran nivel tras una voltereta, afortunadamente sin consecuencias. Hasta tres series pudimos contar de admirado temple y plasticidad. Para culminar su tarde, entró a matar en la suerte de recibir pero de nuevo falló con la espada. La misma espada con la que, en esta ocasión, pinchó la Puerta del Príncipe tras dos enormes faenas.  Aclamada vuelta al ruedo.

A gran nivel la cuadrilla durante toda la tarde. En el primer toro se desmonteraron Rafael Rosa y Luis Blázquez, mientras que en el segundo hizo lo propio Curro Javier tras un buen puyazo de José Antonio Barroso.