Manzanares pide paso. Y no hay mejor forma de hacerlo que toreando como siempre lo hicieron los grandes toreros. Este Manzanares, frágil e indefinido hasta hace cuatro días, reivindicó ayer su nombre y su toreo. Además de una gran actitud, fue ante todo y sobre todo la calidad. La faena a su primero reunió todas las cualidades que marcan la categoría de un torero: ritmo, compás, temple y profundidad. El sexto, de mucho motor y nada fácil, lo puso a prueba y le pegó dos volteretas muy fuertes. Sin apenas mirarse, volvió a la cara del toro con más hambre que antes. Manzanares, muy decidido, no abandonó nunca la lidia de calidad. El toro, que le exigió mucho, acabó rendido en sus manos.Morante, que no quiso ver a su primero, se inspiró en el excelente quinto. Ya con el capote lo toreó sobre ambos pitones en verónicas de gran estilo. La faena, de gran belleza estética, colorista, cálida y, además, ligada. Un gran regalo envuelto en papel de seda.

Finito se esforzó en su insignificante primero y macheteó por la cara sin confianza al manso sexto. /VICENTE SOBRINO

 

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