Sin opciones ante su primer toro, Manzanares ha derrochado empeño y saber hacer para conseguir sacar lo poco que el animal tenía. Probó por ambos pitones dejando estampas llenas de torería y plasticidad. Algo que los aficionados que habían llenado la plaza agradecieron con una rotunda ovación que el alicantino saludó desde el tercio.
Demostrando que, efectivamente, se puede ser profeta en su tierra, Manzanares saludó al quinto con tres largas cambiadas de rodillas para continuar con verónicas y chicuelinas, que hicieron recordar al Maestro, y terminando con una bellísima larga en la que llevó siempre al toro muy toreado y templado. Con el respetable en pie, se incrementó el murmullo que siempre es antesala de que algo grande va a suceder. Una vez con la muleta, JMM midió de forma perfecta los tiempos que el animal precisaba para cuajar una faena rotunda. Las extraordinarias tandas por el pitón derecho derrocharon pureza y temple, trazando muletazos muy profundos y muy despacio que hacían resonar largos olés en los tendidos. Al de Juan Pedro le costaba más embestir por el pitón izquierdo pero no fue impedimento para que Manzanares bordase los naturales y rematara la faena con una cambio de mano en el que, una vez más, se paró el tiempo. Mató recibiendo como el solo sabe y el público enloqueció pidiéndole las dos orejas que el presidente concedió de inmediato.