Manzanares soñó el toreo. Una obra de arte sólo para privilegiados.
Para los miles de personas que hemos podido presenciarlo. Al calor del Corpus toledano. Al calor de un torero que evoluciona a pasos agigantados. A veces parece la reencarnación de su padre. Parece que
comienzan a confirmarse los presagios de algunos: será un torero más largo.
La faena al quinto fue un sueño. Decir y hacer el toreo. Sin palabras. Cuesta una enormidad escribir cuando a uno no le salen las palabras. Torrente de emociones. Catarata de pellizcos en el alma. Sentimiento puro sobre el ruedo. Inspiración, torería, profundidad y estética. Ni arrebato como Morante, maestría como El Juli o valor y técnica comoCastella. Lo de hoy en Toledo fue de ensueño.
Ayudó mucho la corrida que lidió Fidel San Román con el hierro de El Ventorrillo. Muy bien presentada y excepcional para los toreros. Con tres toros de nota alta, los dos de Ponce y el segundo de Manzanares. Su primero fue un ejemplar mansito pero muy encastado. El lote másdesagradable lo sorteó
Talavante. Fueron los dos toros que se vinieron abajo. Sin maldad tampoco.Pero el quinto fue toro importante. Por motor, por transmisión, por fijeza, porque cuando embestía lo hacía hasta el final, con clase, con buen son y con temple. Lo lidió perfectamente Curro Javier, y todo quedó en suerte para Manzanares, que ya había visto al toro en el capote. Fue la primera señal.
La faena de muleta fue una cascada de bellas sensaciones. Para cerrar los ojos y comenzar a soñar. Los muletazos de tanteo a cámara lenta, hasta el tercio. Allí llegó un cambio de mano que derritió las retinas. Magistral, soberbio. Inspiración pura. Y le dio distancia al toro, que se vino alegre. Y allí, en los medios, comenzaron a sucederse muletazos en redondo con profundidad, con hondura, con temple. Por
momentos este Manzanares recordaba al padre. Pura pureza en los cites y en los embroques. A cámara lenta todo. Sin un toque a destiempo. Ni una brusquedad. Todo mimbre. Esas dos series en redondo pusieron la piel de gallina. Pero no era todo. Lo mejor estaba por llegar. José Mari se echó la muleta a la izquierda, y comenzó el recital. Uno, dos, tres y hasta cinco y seis naturales, a cada cual más hondo, más bellos. Aquello era contemplar una obra de arte en vivo, en tiempo real. El artista cincelando su obra. Con miles de ojos atentos. Y dos, los de un buen toro de El Ventorrillo, entregados y repetidores, encastados ellos. Las dos series de naturales valen la tarde y muchas tardes. Manzanares enganchó al toro siempre adelante y lo fue llevando, como imantado, por los vuelos de su mágica muleta. Hasta el final. Hasta más allá. Hubo uno que duró las dos horas y media de corrida. Su padre saltaba en el callejón, su hermano vibraba, el tendido lloraba. Servidor se emocionaba. Fue tal el cúmulo de sensaciones que pudo despertar ese natural, y toda esa faena, que los que tuvimos la oportunidad de presenciarla no la olvidaremos.Después volvió
José Mari a la diestra y continuó ligando las series, todo ello enlazado a través de una bella sinfonía. No había rupturas en la composición. Cada vez fue llevando al toro más largo, más emplado, más hasta el final. Y mejor respondió el de El Ventorrillo. Y uno ya no sabe qué más calificativos emplear para definir lo que hemos vivido. Simplemente, fuimos unos privilegiados. Eso es hacer y decir el toreo. Soñarlo. Sólo al alcance de unos pocos tocados por la varita mágica. Afortunados nosotros que pudimos presenciarlo. Y aunque pinchase y perdiese el rabo, que no deja de ser lo que siempre dijo Curro Romero, despojos, en nuestras retinas quedó grabada a fuego y temple la faena de Toledo. Un sueño.
Eso opacó todo lo demás. Una buena faena de Ponce y otra correcta. Curiosamente premiadas con una y dos orejas. Enrique echó una buena tarde y firmó muletazos de categoría. Una gran faena al noble y encastado primero, y un gran inicio por bajo y dos series de cierre al noble cuarto. Antes había abusado de las líneas, aliviándose mucho. A ese toro lo reventó al final con dos series magistrales. ¿Por qué no lo hizo antes?
También hizo que se disolviese la actitud apática de Talavante. Sorteó el peor lote el extremeño, pero no se le vio convencido en ningún momento. Pero que no cundan las alarmas. Hoy se cumplía un año, exacto, desde que tomó la alternativa. Y los buenos toreros necesitan su tiempo. También lo tuvo Manzanares y hoy soñó y nos hizo soñar. Mario Juarez. Burladero.com