El correo digital. Alfredo Casas
Burgos es tierra de extremos climáticos y después de la solana del domingo ayer se abrió paso el frío y, sobre todo, el viento. Puede que algún día, los legisladores de los Reglamentos Taurinos contemplen expresamente el viento como circunstancia suficiente para suspender un festejo. Hasta entonces, a romper el paseíllo y jugársela a cara o cruz. Máxime cuando en los tendidos se registra una entrada que supera los tres cuartos.
En las mencionadas circunstancias, con los capotes y muletas permanentemente a merced del viento, es complicado, por no decir imposible, valorar el comportamiento de los toros y las acciones de sus diestros. A José María Manzanares, sin embargo, lo del aire le dio igual y cuajó su enémisa meritoria actuación. A su primero, un toro justito de fuerzas pero de gran calidad, templado y noble, le redondeó una prodigiosa faena. Intachablemente calibrada en los terrenos, las distancias y las alturas. Incluso en el número de muletazos por tanda. Condujo el alicantino al notable ‘torrealta’ a su entero antojo. Con delicado pulso, cadencioso compás y natural empaque. Cumbre. Tanto que hizo que los circulares invertidos y los remates de las series parecieran suertes fundamentales. Tras un estoconazo hasta la bola, marca de la casa, paseó dos aclamadas orejas. Frente al astado que cerró festejo, desrazado, soso y manejable, Manzanares volvió a aplicarse. Puede que en exceso. Su decidida intención de matar al encuentro, citó hasta en cuatro ocasiones para cobrar una estocada contraria, y la vertiginosa muerte del toro, le permitieron cobrar un nuevo trofeo. Está enrachado.
El Mundo.- Iñigo Crespo
Con una gran estocada recibiendo concluyó Manzanares su labor frente al sexto y paseó una oreja. Otras dos había cortado del tercero, al que tumbó, también, de un espadazo hasta los gavilanes.
La espada del alicantino no falló para sumar tres trofeos ayer en Burgos y anotar un nuevo triunfo de puerta grande en una temporada que va camino de ser histórica.El alicantino logró sujetar al tercero en el tercio para componer una labor diestra, cargada de recursos y que tuvo en su núcleo central hasta tres circulares encadenados. Y al sexto, un toro más áspero, Manzanares le cuajó una faena de menos a más, donde volvió a lucirse en un par de series en redondo y donde fue determinante su manera de entrar a matar.
ABC
En lo que va de feria, en Burgos se han vivido todas las situaciones climatológicas: calor, tormenta y el frío de ayer, con un viento insoportable. Esta circunstancia molestó toda la tarde a los tres espadas e impidió que se alcanzaran mayores glorias con una corrida de Torrealta colaboradora, aunque en el límite de fuerzas. Manzanares volvió a triunfar de forma rotunda al cortar tres orejas y sobre todo al imponerse a Eolo, que sopló con mucha fuerza.
El tercero, que salió flojo, fue banderilleado con brillantez por Juan José Trujillo —que saludó con Blázquez—. A medida que avanzaba la faena, se vino arriba y colaboró con el alicantino. Cerca de toriles planteó una faena ligada, con el mérito de sobreponerse al vendaval. En la primera fase le faltó ajuste, pero lo suplió con su personalísima estética. Llevó al torrealta imantado a su muleta en los celebrados circulares y firmó los mejores pasajes en los últimas series, que contuvieron templanza y largura. Mató de un estoconazo contundente y consiguió el doble premio.
Frente al último, cuando el público ya tiritaba de frío, volvió a mostrarse entregado y exprimió a otro rival noble al que faltó chispa. De nuevo mató de otra gran estocada recibiendo y fue recompensado con una oreja.
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José María Manzanares ha cortado tres orejas en el cuarto festejo de la Feria de San Pedro de Burgos. El alicantino sopló más que el fuerte vendaval que prorrumpió esta tarde en la ciudad del Arlanzón y, sirviéndose de su letal espada, salió en hombros en la cuarta de San Pedro. Juan Mora fue ovacionado tras una faena importante y a Castella se le pidió una oreja que no fue concedida. Se lidió un desigual encierro de Torrealta.
Pudieron lucirse en banderillas en el tercero, que fue lo único que pareció no volar, Juan José Trujillo y Luis Blázquez. Manzanares fue en busca de los papelillos, huyendo del aire, y logró templar al astado que humillaba y obedecía al engaño pero que andaba justito de fuerza, por el pitón derecho. Habitual en El Plantío, fueron los circulares los que enloquecieron al público por lo que los repitió seguidamente hasta en cinco ocasiones, con mucha suavidad y ligazón. No cogió la izquierda pero el estoconazo de por sí valió una oreja. Cortó dos. Ante el sexto, escaso de fondo y justo de fuerza, Manzanares toreó con muletazos largos y definidos principalmente por el pitón derecho. La estocada recibiendo pausada y meditada, de escándalo, desató los pañuelos que le otorgaron la tercera oreja de la tarde.
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Y cuando uno está en el mejor momento de su carrera, poco le importa el viento o el frío que reina en los tendidos, porque es capaz de sobreponerse a los elementos. Eso ha hecho José María Manzanares ante el tercero de la tarde, un extraordinario toro de Torrealta que le ha facilitado la labor al diestro alicantino. Manzanares elegante y estético, como siempre, ha basado su trasteo en ligados y templados circulares.
Faltó profundidad en la faena y quizá haya quien le cuelgue el calificativo de populista o liviana, pero Manzanares ha sido capaz de aprovechar las nobles embestidas del astado a pesar de esas inclemencias meteorológicas que están condicionando el festejo. La gran estocada con la que ha pasaportado al animal, ha puesto el broche de oro a un rotundo y profesional trasteo. Dos orejas pedidas por un público que ha entrado en calor gracias al alicantino. Juan José Trujillo y Luis Blázquez han saludado en banderillas.
La faena de Manzanares discurría entre la corrección, con solvencia y profesionalidad del alicantino ante un soso ejemplar de Torrealta y los tímidos aplausos del público, más pendiente del final de una tarde de frío insoportable y viento helador, hasta que el diestro se ha perfilado para la estocada. Un toque con la muleta, y el toro sin moverse. Dos, y lo mismo. Tres y nada. A la cuarta el astado ha arrancado y Manzanares ha cobrado, recibiendo, una estocada entera un pelín caída. Plaza en pie y otra orejita para el esportón del, hasta ahora, triunfador de la feria, José María Manzanares.
MUNDOTORO Y AS
José María Manzanares ha cortado tres orejas en el cuarto festejo de la Feria de San Pedro de Burgos. El alicantino sopló más que el fuerte vendaval que prorrumpió esta tarde en la ciudad del Arlanzón y, sirviéndose de su letal espada, salió en hombros en la cuarta de San Pedro. Juan Mora fue ovacionado tras una faena importante y a Castella se le pidió una oreja que no fue concedida. Se lidió un desigual encierro de Torrealta.
Pudieron lucirse en banderillas en el tercero, que fue lo único que pareció no volar, Juan José Trujillo y Luis Blázquez. Manzanares fue en busca de los papelillos, huyendo del aire, y logró templar al astado que humillaba y obedecía al engaño pero que andaba justito de fuerza, por el pitón derecho. Habitual en El Plantío, fueron los circulares los que enloquecieron al público por lo que los repitió seguidamente hasta en cinco ocasiones, con mucha suavidad y ligazón. No cogió la izquierda pero el estoconazo de por sí valió una oreja. Cortó dos. Ante el sexto, escaso de fondo y justo de fuerza, Manzanares toreó con muletazos largos y definidos principalmente por el pitón derecho. La estocada recibiendo pausada y meditada, de escándalo, desató los pañuelos que le otorgaron la tercera oreja de la tarde.