Un placer acercarnos a la desembocadura del rio grande de Andalucía. Tierra amable. Bonita e interesante tarde de toros la vivida hoy en el precioso coso sanluqueño. Padilla ejerció del héroe que regresa al hogar. […] Manzanares es un príncipe del toreo. Está en racha, lo ve claro, torea a gusto, gusta y se encanta. En dos toros distintos mostró su tauromaquia de pellizco en el segundo y su oficio en el sexto.

En el segundo, no se luce Manzanares de capa, pero destaca la cuadrilla como es norma de la casa. El toro adolece de falta de fuerzas. El alicantino realiza una labor de enfermero con chispazos de enjundia, manejando tiempos y alturas, sin emoción por falta de enemigo. Estocada al volapié, trasera y efectiva.

El quinto no se deja en el capote, pelea bien en el caballo, saludan Curro Javier y Blazquez en banderillas. El viento arrecia y el de Alicante domina al rebrincado Cuvillo con oficio y temple, series medidas, sentido de las distancias y faena larga, refrendada con los aceros en la suerte de matar. Por J. Baquero para Burladero

El segundo salió algo acalambrado lo que propició una leve protesta. La faena de muleta del alicantino fue intermitente debido a la desclasada y descompuesta embestida de su oponente. El toro no tuvo ritmo nunca y se derrumbaba cuando le obligaba y pegaba derrotes que descomponían el muletazo. A pesar de ese contratiempo Manzanares dejó algún que otro muletazo marca de la casa con su particular estética y plasticidad. No tuvo oponente sin embargo estuvo muy por encima de las escasas posibilidades que le ofreció el primero de su lote. Estocada arriba y una oreja. El quinto fue el más basto de hechuras y no ayudó en nada en la primera mitad. Empujó por dentro y se ceñía en la lidia magistral de Trujillo. El fuerte viento se hizo más presente aún en este toro al que no se le podía apretar. Manzanares le dio tiempo entre los muletazos para oxigenarlo y muleteó en línea para dar mayor profundidad. Acortaba distancias en cada pase ofreciendo el engaño en el hocico. Lo mejor vino por el pitón izquierdo, tuvo que empujar mucho al toro para darle mayor recorrido, cogió la muleta con mucha más claridad y el natural fue muy estético. Por el lado derecho el toro era más descompuesto. Un rotundo espadazo tras el cual logró las dos orejas. Emilio Trigo para Mundotoro.