José María Manzanares ha vuelto a extasiar al público francés en el Coliseo Romano de Nimes, en una mañana en la que ha abierto la séptima puerta grande consecutiva y ha cerrado un pleno de triunfos en el país galo esta temporada.
Al primero de su lote lo desorejó después de plantear una faena de calidad y hondura pero también de mucho mimo. El animal de Zalduendo salió avanto y pronto lo fijó con el capote, ganándole el terreno y rematando el recibimiento en los medios. Se enceló en el caballo que montaba Chocolate, quien le propinó dos buenos puyazos.
Nada más empezar a torear con la muleta, el animal pareció lesionarse la pata delantera izquierda, aunque pronto se recuperó y vimos a un Manzanares pleno. Con la mano derecha comenzó la obra. Muletazos hondos y con temple extraordinario. Por el lado izquierdo tuvo que exprimir algo más al astado y el de Alicante puso el empuje que le faltó al toro. De nuevo llegó el lucimiento por el pitón derecho. ¡No se puede torear más despacio y componiendo la figura de forma tan perfecta! Enorme Manzanares, que toreó con profundidad, manejó los tiempos correctamente e incluso ligaba al compás de la música. Volapié de libro, fulminante. Paseó dos orejas.
El sexto bis fue bruto y careció de fijeza. Le dejó la muleta puesta el alicantino en todo momento, sin permitir que el animal la tocara. Embestida brusca y rebrincada de un zalduendo que, en la segunda serie, el de Alicante ya había suavizado notablemente. Citando con autoridad y ligando con temple emanaron dos tandas de buenos derechazos. En los últimos compases, por el pitón izquierdo le faltó clase y empuje. Animal muy deslucido y bruto que cayó en manos de quien lo enseñó a embestir y a ser menos malo. Una estocada casi entera fue suficiente para acabar con el que cerraba plaza.
Antes, se adornó Manzanares con chicuelinas. Pronto evidenció el animal su falta de fuerza, lo que provocaría su devolulción.
A gran nivel la cuadrilla durante toda la mañana. En el primer toro se desmonteraron Rafa Rosa y Luis Blázquez.