Cuando las puertas se abrieron, del portón de cuadrillas tardó en salir Juan José Padilla. Vestido de verde esperanza y oro bordado en espigas de laurel. Esperaban ya en las rayas del tercio Morante y Manzanares. Y Padilla miró al cielo y le dio gracias a Dios. El paseíllo fuera una catarata incontendida de emoción. El Ciclón con su parche en el ojo izquierdo, delgado como nunca y desmonterado por ser su debut en Olivenza.

El tercero se descoordinó en un mal movimiento, en un derrote contra la madera. El sobrero, también de Cuvillo, se lo brindó José María Manzanares a Padilla. Tras la apariencia de novillote de engorde, habitaban problemillas de toro gazapón, pegajoso, agarrado al piso, con el freno de mano puesto para desplazarse. Sobre todo al natural. La solvencia técnica de Manzanares y un espadazo en la suerte de recibir (perdiendo el engaño) taparon todo. Especialmente ese cañón de estoque.
La lección de brega de Curro Javier fue de 10 con el sexto. Y de pundonor de Trujillo muy apurado con los palos en la salida de los pares. Bondadoso el cuvillo en la muleta de Manzanares en los medios pero con contado fondo. Dos tandas de redondos como tope. Y ya, hacia los adentros, porque encima se quedaba. Cerca de tablas la despedida y la intentona de la suerte de recibir, o al encuentro, muy forzada. Perdió las manos el funo y el pinchazo se quedó congelado en una instantánea. Repitió la suerte y hundió la espada ahora con habilidad.
Todos los toreros del callejón se tiraron a sacar a hombros a Padilla. Finalmente Suarez Illana izó a su «hermano» del alma. La proeza reconocida por la torería andante: Juli, Talavante, Antonio Barrera, Francisco Rivera, Ambel Posada, Serafín Marín, banderilleros, gentes del toro, admiradores del héroe. Por El Mundo.es (Zabala de la Serna)
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Manzanares recibió a pies juntos al sobrero que hizo sustituyó al tercero. El titular se había descoordinado en un violento topetazo contra el burladero. Al igual que Morante, también brindó a Padilla. El astado tenía una embestida muy descompuesta. Una faena intermitente donde sobresalieron buenos derechazos. Un cambio de mano, marca de la casa, ligado con uno de pecho fue lo mejor del trasteo. Un cañón con la espada, en esa particular suerte de recibir que ha popularizado. Le valió para cortar la oreja.
Aguantó bien Barroso en la pelea en varas del sexto. Curro Javier le puso suavidad con el capote y Trujillo arriesgó con los palos. Comenzó el recital manzanarista con el ‘cuvillo’ más manejable, de una corrida que no cumplió las expectativas, ni en presencia ni en juego. El mejor toreo llegó por la diestra. Buenos naturales abrochados con uno de pecho al ralentí, pero agotó pronto a su oponente. Intentó de nuevo la estocada recibiendo, pero pinchó esta vez. Acertó a la segunda y el presidente no atendió la petición de oreja. Por Carlos Trejo, Burladero.com
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