La actuación de José María Manzanares en el coso de Los Llanos se presentaba como la última de la temporada española 2014. No defraudó el alicantino, que a pesar de la lluvia y pechar con un mal lote de Zalduendo, sacó todo de sí para mostrar la garra que ha mantenido durante todo el año.
Ramillete de verónicas y una media abrochada de forma lenta conformaban el recibimiento capotero de Manzanares al primero de su lote. Lo cuidó el de Alicante en el caballo, consciente de que la falta de fuerza del animal podría ser el peor enemigo durante la faena. Distancia y sitio le dejó al de Zalduendo. Citó con dominio para ligar con solvencia tandas profundas y de mucho ritmo. Una y otra serie de mucha enjundia surgían por el pitón derecho. A cada cual más templada. Muy por encima el alicantino de una astado que mostró poca clase y menos fuerza. Enésima vez que un toro sin cualidades parece mejor en las manos de un soberbio Manzanares. Fulminante estocada. Oreja con fuerte petición de la segunda.
El quinto bis salió tras ser devuelto por inválido el quinto de la tarde. No tuvo suerte Manzanares con el lote, pues el sobrero también resultó ser un animal sin fuerza ni raza. Le buscó y le encontró las vueltas el alicantino a un astado que no tenía ni medio muletazo. Y le sacó un puñado. Administrando los tiempos y aliviándolo en los primeros compases, cedió terreno y el de Zalduendo ganó confianza. Mucho tuvo que tirar de él en todo momento. Dando toques y animándolo con la voz. Eternos derechazos que minutos antes se antojaba imposibles. De forma especial caló en el tendido una tanda con la derecha rematada con un añejo molinete y el de pecho. De pitón a rabo. Manos de seda de José María Manzanares. Faena que partió de nada y llegó a gran altura. Como si torease de salón, muy lento, se cambió de mano la muleta para rematar una faena muy trabajada. De no marrar con la espada, habría cortado dos orejas. Calurosísima ovación.