TITULARES:

  • La Razón.- Manzanares, sublime sin interrupción
  • ABC.- Manzanares, el hombre que esculpía el toreo
  • EL MUNDO.-Cumbre de arte de Morante y Manzanares. Por Carlos Crivell
  • BURLADERO.COM. MANZANARES POR BULERIAS
  • Diario de Jerez.- Jerez vive una gran tarde de toros, toreros de oro y plata
  • LA VOZ DIGITAL.- MANZANARES EMBRUJA CON SU TOREO
  • Mundotoro.- Manzanares, un rabo, Morante… un genio
  • LA GACETA.- Triunfal victoria de Manzanares sobre Morante

 

LA RAZÓN

Manzanares, sublime sin interrupción

El alicantino carta un rabo en Jerez a un Cuvillo de vuelta al ruedo; Morante pasea tres orejas

Valiente tontería la de Baudelaire cuando dijo eso de que no se podía ser sublime sin interrupción. Que se lo pregunten a Manzanares a ver si se puede o no se puede. Se repitió la locura mágica de la tarde histórica de la Maestranza en Jerez, en un mano a mano triunfal en el que Morante también salió en volandas por la Puerta Grande.

Los dos, mano a mano con el ganadero de Núñez del Cuvillo ensortijaron la Fiesta con los quilates que se merece. El mano a mano prendió definitivamente en el cuarto, con el que el diestro alicantino volvió a bordar el toreo. Enroscados toro y torero en una pieza maciza. El toreo acariciado, al ralentí, sin el salto de ningún pliegue, sin costuras, con los cambios de mano que pusieron al público en estado de locura, próximos a la ignición. Pero esta vez aguantando además las miradas, tragando los astifinos pitones. Y buscando la superación.

El mano a mano tuvo el pique que deben tener los mano a mano de verdad, pero Manzanares rivalizó además consigo mismo. Cuando ya tenía el rabo cortado, se fue a la boca de riego y allí mismo le echó la muleta al hocico para matarlo recibiendo. Enterró la espada en una imagen en la que parecíamos ver al mismo Francisco Romero provocando la embestida con la pierna izquierda. La plaza se cubrió de pañuelos y de palmas por bulerías…. El toro, excelente, circundando el platillo. Y se repitió la imagen de Manzanares y el ganadero de Núñez del Cuvillo dando la vuelta al ruedo.

Morante se encargó de dormir el toreo con el capote. La media con la que abrochó el ramillete de verónicas de saludo al primero, el quite por delantales a este toro… Pero la traca se produjo el quinto, con el que el público le pidió que banderilleara. El segundo par al sesgo y el par al quiebro tan pegadito a las tablas, como le gustaba a Sánchez Mejías rompieron la plaza otra vez en una torrentera de palmas por bulerías. Salió el público toreando, la Fiesta en hombros y todos preguntando cuándo torea otra vez Manzanares.

ABC

MANZANARES, EL HOMBRE QUE ESCULPÍA EL TOREO

El torero cincela de tal manera que cada faena suya es un compendio escultórico que queda perenne en la mente del que tiene la inmensa suerte de verlo torear

FERNANDO CARRASCO / JEREZ (CÁDIZ)

Manzanares no torea. Manzanares esculpe el toreo. Lo cincela de tal manera que cada faena suya es un compendio escultórico que queda perenne en la mente del que tiene la inmensa suerte de verlo torear. Jerez fue la ciudad, la plaza, donde dejó, al igual que hizo hace quince días en Sevilla, un monumento que le encumbra aún más en todo lo alto de un pedestal del que va a ser muy difícil bajarlo.

La faena al cuarto de la tarde fue quizá, y permítanme la osadía, más redonda que la del indulto en la Maestranza. Magnífico el toro, bravo y repetidor, y cumbre el alicantino, que desde el principio lo llevó toreado, haciéndolo romper y perseguir la muleta de manera que surgiesen los muletazos pletóricos, desbordantes de plenitud. El cite dando el pecho, adelantando la muleta hasta el hocico, para traerse al toro hasta detrás de la cadera y engarzar, uno tras otro, muletazos macizos. Y además todo con una lentitud pasmosa, cargando la suerte, enroscándose al toro, haciendo de cada serie un todo único. Pero no sólo con la derecha. Con la izquierda no se pudo torear más lento y con más asentamiento. Las palmas por bulerías prologaron una última tanda diestra en la que revoloteó por el coso de la calle Circo el espíritu de Antonio Ordóñez. Y luego, en los medios, el cite para matar recibiendo, provocando la embestida y así hundir el estoque hasta la gamuza. Dos orejas y rabo para el hombre que esculpía el toreo.

La corrida de Cuvillo volvió a evidenciar el momento en que se encuentra este hierro. El que abrió plaza posibilitó que Morante dibujase dos verónicas y una media primorosas, y un quite por delantales que enardeció al respetable. La faena, que comenzó en un tono muy alto, tuvo el denominador común del buen hacer del de La Puebla, sobre todo en una serie al natural. Asentado y corriendo la mano, estuvo en torero todo el tiempo.

El tercero bajó en cuanto a juego, acobardándose. Morante dejó detalles de su torería. Y salió arrebatado ante el quinto, rompiéndose en verónicas parsimoniosas. Pidió banderillas y dejó un par al quiebro digno de los mejores rehileteros. Comenzó la faena ¡de rodillas! para, ya erguido, buscar el toreo en redondo con un apasionamiento propio de un artista. Estuvo dispuesto en todo momento, incluso atropellando la razón, puesto que con la izquierda le pudo echar mano. La estocada, de premio.

Manzanares se encontró con los dos toros más peligrosos del encierro. A su primero le tragó lo que no hay en los escritos, aguantando olegadas violentas y bruscas. Al sexto se empeñó en torearlo en redondo a pesar de que quería hacer presa. Acabó cuajándole un par de series de muchísimo mérito. La oreja, lo de menos después de lo vivido ante el cuarto.

 

EL MUNDO

Cumbre de arte de Morante y Manzanares. Por Carlos Crivell

Tarde cumbre en Jerez con el mano a mano artista entre Morante de la Puebla y Manzanares. Tres orejas y tres orejas y rabo respectivamente para dos toreros que hicieron disfrutar d lo lindo al público.

Hasta el tercero, salvo destellos de Morante en su primero, no pasó gran cosa. Pero a partir del cuarto surgió la magia. El cuarto fue un gran toro, de embestida suave, repetidora, la que necesitaba Manzanares para escribir otra página de oro del toreo. No se puede torear más despacio, más ritmo ni con más sentimiento. Toro bueno, suavón, con la raza suficiente para ser la piedra de toque de una faena majestuosa. Si hablamos de temple, todo el del mundo; si es de estética, la mayor que imaginarse pueda; de mando, a raudales; y mucha ligazón, para conformar una obra que llevó la alegría y el alboroto al tendido. Clamor que fue la locura cuando Manzanares citó en los medios en la suerte suprema para matar recibiendo y enterró la espada en el hoyo de las agujas. Obra redonda, locura en la plaza y las orejas y el rabo para este alicantino con aires sevillanos.

Morante salió entregado en el quinto. Toreó a la verónica como pocos han interpretado el lance fundamenta. Despliegue de brazos al aire, capote volando a compás, muñecas rotas, cintura con un cimbrado especial, todo fue armonía. Y puso banderillas con soltura, pero con un tercer par al quiebro que queda escrito en la historia de la plaza.

Se puso de rodillas para comenzar la faena. El toro no quiso colaborar del todo, se fue quedando corto, pero Morante sacó fibra, orgullo y torería en una faena de redondos, trincherillas, de la firma y naturales, de todo para llegar al final, cuando el artista remató su tarde con una estocada perfecta. No fue el faenón esperado, fue una obra valiente ay arrebatada, la que le exigía lo realizado por Manzanares en el cuarto.

El sexto se llama ‘Idílico’,como el toro indultado por Tomás en Barcelona. Manzanares, como si lo tuviera que ganar todo en la tarde, lo recibió con una larga de rodillas. En banderillas la plaza vivió un momento único con la lidia soberbia de Curro Javier, cada capotazo fue un monumento. Manzanares toreó a este astado que le buscó las vueltas al torero por su brusquedad y la forma de revolverse. Manzanares echó manos de su técnica para rematar la corrida. Pase a pase logró conducir al de Cuvillo, que acabó sometido al toreo del alicantino, aunque no faltaron momento de angustia. Se fueron a hombros en clamor; la plaza salió toreando. Con estas corridas, la Fiesta se va a los cielos.

 

BURLADERO.COM. MANZANARES POR BULERIAS

Toro complicado por ambos lados el segundo de Manzanares. Ha estado firme y lo ha intentado especialmente por el pitón izquierdo, pero además de algunos buenos naturales, poco lucimiento ha podido obtener el alicantino de un animal que ha despachado rápido de una buena estocada. Ha escuchado una gran ovación.

Manzanares ha formado un alboroto en el cuarto, un toro extraordinario de Cuvillo, al que ha toreado de forma magistral y relajada, tanto por el derecho como por el izquierdo. Una faena de compás y sentimiento. Se llevó al astado a los medios para cuadrarlo e intentar la estocada por la suerte de recibir. Se resistía el toro a arrancarse y finalmente logró una gran estocada. Rodó el cuvillo al instante, la plaza era un clamor, palmas por bulerias, y las dos orejas y el rabo para el alicantino, de un toro que ha dado vuelta al ruedo.

[…]

Manzanares recivió al sexto de rodillas con una larga cambiada lanceo a pies juntos y remató con dos medias. sobresalió la cuadirlla de manzanares, omo siempre y hasta curro javier con el capote tuvo que desmonterarse. El toro tenía mucho peligro y manzanares expuso hasta lograr buenos muletazos por ambos pitones. pinchazo y estocada

 

DIARIO DE JEREZ

Jerez ha vivido una gran tarde de toros, muy completa con un encierro de Núñez del Cuvillo que ha propiciado el espectáculo con un juego ameno que ha dado pie a un abanico de sensaciones.

Gran triunfo de un Manzanares mayestático, sobrado, para seguirlo por las plazas. Lo bordó con el extraordinario «Campanito», de pañuelo azul. Faena de pulso, de torero de terso empaque, con  tanto motor como temple y tal afición que aún con el rabo cortado paró de una larga al sexto.

Hubo rivalidad en el mano a mano, con los espadas tirando de sus armas toreras, sobre todo en la segunda parte.  Comenzó el festejo a medio gas con un  primero para Morante que no se empleó mucho en el capote y  brillantes momentos, aunque aislados y faltos de acople, de un Morante generosamente recompensado.

Manzanares no pudo brillar en ese toro más que por sus ganas. El animal, de brusca embestida, cabeceaba y se vencía, tras recibir poco castigo en varas. Pero se vio a un Manzanares muy dispuesto.

Al tercero, segundo del lote de Morante, le faltó fijeza. Le cambió los terrenos al centro del ruedo y al son de la música -fue aplaudida la Banda del Desconsuelo-  compuso una labor más estética que honda hilvanando los redondos a un toro que tardeaba y poniendo mucha torería.

La cosa quedó en una gran ovación y ya rompió la corrida con el extraordinario «Campanito» merecedor de la vuelta al ruedo, con transmisión y largo viaje , recorrido sedoso que extenuaba más aún el prodigio de la muleta de Mazanares. El torero le dejaba el paño en la cara por ambos pitones eslabonando muletazos de ensueño, con el toro convidándose con alegría. Impresionante Manzanares  que enloqueció con la muleta al público de Jerez. Y de remate la suerte de recibir, de escalofriante cite y gran ejecución. Por cierto que en la tarde no hubo un solo descabello. Triunfo de lío.

Así salió Morante al quinto tirando de sus armas toreras: las verónicas mecidas echando pecho y empujando al toro, el tercio de banderillas que protagonizó el propio Morante con aire de torero añejo y un quiebro muy expuesto en tablas, y luego comenzando la faena de rodillas. El toro no fue como el otro y se vino abajo. Hasta ensayó el arrimón el de la Puebla, que convenció tesonero.

Cerró Manzanares con más raza aún con un toro que iba a su aire -genio y peligro- desmandándose ante un firme torero que con valor porfiaba, esquivaba amenazas y sacó provecho. Y su cuadrilla, de ensueño: se desmonteraron  todos y Curro Javier por bregar puso al  público en pie al final de una tarde de oro y plata.

 

LA VOZ DIGITAL

MANZANARES EMBRUJA CON SU TOREO. Por Pepe Reyes

El momento álgido de la corrida se vivió durante la lidia del cuarto ejemplar de Núñez del Cuvillo, un precioso colorado de 465 kilos, con el que Manzanares firmó una de las faenas más cuajadas que, cuando pase el tiempo, puedan recordarse. Ya se había gustado el alicantino en su inicial saludo capotero con ajustadas chicuelinas y un airoso remate con larga cordobesa. Tras recibir el animal escaso castigo en varas con un puyazo colocado en todo lo alto, el diestro volvió a dibujar las chicuelinas en un quite de manos bajas. El buen toro de Cuvillo mostró durante los primeros tercios su óptima condición y llegó al tercero y definitivo con una embestida larga, noble y humillada. Manzanares aprovechó tan favorables condiciones para realizar una faena primorosa, plena de hondura y sabor, en la que los muletazos se sucedieron profundos, largos y bellos. Toreo clásico y verdadero que alcanzaba su culmen con la rotundidad de los remates en los pases de pecho o en los templadísimos cambios de mano. Maciza actuación que había contado con un preludio de no menos valor torero, aunque de distinta índole, durante la lidia del muy complicado segundo de la tarde. Fue éste un toro violento y brusco que se prodigó en aviesos derrotes a la salida de los muletazos. Un animal encastado pero de embestida bronca y áspera, de imposible toreo por el pitón derecho y con muchas dificultades por el izquierdo. Enorme mérito tuvo la actuación de Manzanares ante este exigente enemigo, al que aguantó con quietud las inciertas acometidas y con el que se jugó, impávido, la cornada.

Con la tarde ya deslizada sobre los terrenos del éxito, el torero alicantino tuvo el arrojo de recibir con larga cambiada al colorado que cerraba plaza, al que pasaría, ya erguido, con ceñidos delantales. El toro empujó con fuerza al caballo y acudió presto a los cites con fijeza y bravura durante los primeros tercios. Pero llegó al último algo probón e incierto y sin la intención de regalar ninguna embestida suave a su matador. Lo cual no constituyó óbice para que Manzanares, siempre bien situado y con los cites exactos, lo embebiera en su poderosa muleta y hasta obtuviera tandas de derechazos y naturales de un mérito extraordinario.

 

EMILIO TRIGO. Mundotoro

Jerez (España). Tarde para la historia la vivida hoy en Jerez, donde por una vez el dicho de ‘corrida de expectación’ no fue sinónimo de decepción sino de grandeza. Manzanares, en plena cresta de su estado de gracia, ha dejado un recital de toreo templado y profundo premiado con las dos orejas y rabo a un gran toro de Núñez del Cuvillo de vuelta al ruedo. La respuesta de Morante ha venido por la rama del arte y de la raza -poniendo banderillas y clavando las rodillas en tierra- para asegurar un triunfo que no quería dejar en solitario para Manzanares.

El recibo capotero de José María Manzanares al cuarto, conjugando verónicas y chicuelinas con su sello personal, fue presagio de lo que vendría después. Con la muleta instrumentó una faena que alcanzó la máxima expresión del temple y fue a su vez poderosa aprovechando un toro bravo que tuvo mucho que torear. Toreó con la derecha con largura y ligazón y al natural aguantó Manzanares los parones del cuatreño debajo de su taleguilla, consiguiendo que se entregase. Buscó la estocada al encuentro y en los medios. Objetivo cumplido, apoteosis y vuelta al ruedo con el ganadero.

Remató su labor Manzanares con un ejercicio de raza ante el áspero sexto, que le pudo prender en varias ocasiones y en el que anteriormente volvió a destacar la cuadrilla, con Curro Javier recibiendo palmas por bulerías en su brega. Le dejó la muleta dormida en el hocico por la derecha y logró series de inhabitual temple. Tras el pinchazo, estocada y oreja. Antes se estrelló con un complicado animal para abrir su lote. Lo mejor vino en el saludo capotero y en el gran espadazo, porque en la muleta el Cuvillo se metía por dentro y derrotaba en cada viaje, a lo que sumar las molestias del viento. El alicantino expuso y le consintió más de una colada, por lo que fue ovacionado.

 

LA GACETA

Triunfal victoria de Manzanares sobre Morante

José Antonio del Moral

Bien empezó la función con Morante a toda vela con su capote. Y el toro, superior por el lado izquierdo. No tanto por el derecho aunque, tras un inicio de quintaesenciada variedad, la primera ronda diestra fue la mejor de su faena, luego menos redonda y limpia. No obstante y a pesar de acelerarse un poco, siguieron buenos muletazos ambidiestros sin que la obra tomara los mismos vuelos del arranque. La primera respuesta de Manzanares no pudo ser bonita pero sí valentísima frente un toro que embistió violentamente, echando la cara arriba y queriendo coger al torero que, sin embargo, no rehuyó la pelea y aguantó cada arreón con gran firmeza y un valor que esta vez quedó desnudo de apoyaturas estéticas. Dimensión que nos mostró lo mucho que podrá durar este torero que, además del don, tiene tantos bemoles como el que más presuma de ello.

La suerte volvió a sonreir a Morante con el tercero aunque no tanto como su anterior oponente. Las verónicas del recibo, las chicuelinas del quite y dos o tres tandas por redondos, resultaron forzadas aunque con su pellizquito característico. La gente celebró más los solos de trompeta de la banda que las estampas del torero que, además, pinchó.

Manzanares se explayó por chicuelinas de manos bajas en el cuarto, más alto que sus hermanos, y más proclive también en la muleta que tomó a mejor y cada vez con más fijeza y clase por obra y gracias de quien lo toreó. Y llegó el primer faenón de la tarde. El toreo catedralicio, mecido, lentísimo e imperial de este nuevo semidios de la tauromaquia que tanto por redondos como al natural y en los remates como en los de pecho o por trincheras llegó a lo sublime hasta cortar el rabo del toro tras recetar una colosal estocada en la suerte de recibir. ¡Gloria de Dios en las alturas y a los hombres capaces de torear como ayer lo hizo Manzanares a este toro!, superando incluso lo hecho en Sevilla.

Morante salió a revienta calderas en el quinto. Otro buen toro que fue perdiendo la calidad que mostró en las fenomenales verónicas del recibo por la precipitación con que muleteó el de la Puebla. Tan acosado y nervioso estaba, que hasta banderilleó y empezó la faena de rodillas. Aunque le regalaron la segunda oreja, no hubo color.

Manzanares cerró su actuación aunando valor y arte en una clamorosa simbiosis que remató de pinchazo y estocada. Se la jugó y creó. El alicantino marcha hacia Madrid a velocidad de crucero.