La tarde del Domingo de Resurrección

[…] Parecía que la tarde iba a quedar ya sentenciada pero el mejor Manzanares volvió a revelarse en la plaza de la Maestranza con una faena marca de la casa instrumentada con ese empaque armónico, ese cuerpo encajado que convierte cada muletazo en la nota musical de una sinfonía que encontró la mejor partitura en la nobleza, trufada de mansedumbre, del quinto de la tarde. […] 

 

 

La tarde del Domingo 18 de Abril, en el dintel de la Puerta del Príncipe

[…] La mejor versión de Manzanares y lo más impactante de la tarde por parte de los diestros llegó en el sexto, un ejemplar muy noble y que aguantó mucho. Manzanares imprimió su sello de torero artista en los lances de recibo, con unas hondas verónicas y delantales preciosos. Con la muleta, derrochó sentimiento, arrebatando al público en distintas fases de la faena, en la que toreó muy asentado, encajado los riñones, girando la cintura, tirando siempre del toro con suma suavidad y de manera exquisita. Series preciosas por su alta dosis de estética. […] 

 

 

La tarde del martes 20 de abril. Otra dimensión del mejor Manzanares

[…] Manzanares quería más y no le importó jugarse el pellejo como un desesperado que nada tuviera que perder. Tampoco le importó aguantar los frenazos escalofriantes, las miradas y los parones de un animal lleno de peligro al que sometió al atacarlo siempre para llevarlo a donde no quería ir. Hubo una altísima emoción en el trasteo que se resolvió siempre a matar o morir: la inteligencia y la entrega consciente del hombre contra el feo estilo de un toro reservón y bruto que se cobró su particular venganza queriéndole quitar la cabeza a Luis Blázquez cuando quería apuntillarlo. La oreja cortada era de mucho peso.[…]