José María Manzanares cosechó otro triunfo más. Esta vez en León, después de cortar una oreja a cada uno de sus dos toros, dejando detalles de calidad a pesar no bailar con los mejores animales en cuanto a condición de la corrida.

Al primero le arrancó una oreja después de mecerlo a la verónica. Se encajó y abrochó con una media que el público valoró. Ligazón, ritmo y plasticidad en la figura de Manzanares. El toro embistió sin llegar a definirse y de forma irregular.  Faena en la que toda la belleza tuvo que ponerla el torero, que además, concluyó la obra en primera instancia con la espada.

Complicado el quinto, que desde el principio reponía y siempre quería sorprender al diestro. Manzanares lo recibió por verónicas con gusto exquisito y muy asentado. Primero con el compás abierto para después manejar los vuelos de extraordinaria forma a pies juntos. Maravillosos lances. Con la muleta el animal de Matilla avisó en varias ocasiones de que quería coger al torero. Se quedaba corto en según que viajes. Irregularidad y poca claridad en la embestida. Lo toreó tirando de él e intentado alargar el trazo hasta que en una de esas el toro lo empitonó por la parte trasera del muslo en una fea voltereta. Mérito del alicantino tanto en la faena como en el espadazo final que le valió otra oreja y otra puerta grande.
 
*** José María Manzanares tuvo que pasar por la enfermería donde le diagnosticaron un hematoma subcutáneo en el tercio inferio del muslo izquierdo, cara posterior. Lo que le impidió salir a hombros de la plaza de toros de León.