El calor sofocante marcó una tarde en la que la raza y la clase de los toros de Núñez del Cuvillo brillaron por su ausencia a pesar de la gran entrada registrada en el coso de la calle Xátiva. 

Manzanares lidió en primer lugar un animal con muchos matices en cuanto a su condición. Embestida con transmisión que el torero encauzó con mucho gusto y calidad. Si templó al natural, mucho más consiguió ralentizar la embestida de su oponente con la mano izquierda. Series no demasiado largas, con los talones asentados y la muleta muerta en los pitones. Suavidad, seda en las muñecas del alicantino que culminó la faena en la puerta de chiqueros con un par de trincherazos de gusto. La espada esta vez no entró, y fue el motivo que quizás le privó de cosechar algún trofeo.
 
Con el segundo firmó una faena muy por encima de la condición del animal, rebrincado y sin demasiada clase pero con transmisión en el inicio de faena. El quite por ajustadísimas chicuelinas causó el clamor del público valenciano. Brindis a Luis Blázquez, en su 25 aniversario como torero de plata, en su tierra. Con la muleta, Manzanares dejó de nuevo su sello de calidad, toreo templadísimo al natural. El poso y la profundidad del concepto del alicantino sigue siendo su mejor baza en el ruedo. La espada hoy no entro como de costumbre e impidió que el torero paseara alguna oreja.